Cuando respiramos o incorporamos alimentos se produce un hecho energético. La energía viene con el aire y con los alimentos y, a su vez, es movilizado por procesos energéticos que tienen lugar en toda la extensión del cuerpo.
La energía que tomamos del afuera ingresa a nuestro interior y los procesos que intervienen en esta incorporación, como respirar o tragar, también son energéticos. La metabolización de los alimentos, la absorción de nutrientes, etc. crean otros nuevos procesos regidos por otras energías y, al final, del otro lado del proceso aparece la energía de purificación o Apana.
Prana es, entonces, toda la energía vital; la original que hay en nosotros , la que incorporamos para mantenernos con vida y la que se crea con todos los procesos que tienen lugar permanentemente en el cuerpo. Los procesos que ayudan a expulsar del cuerpo aquellos elementos que sobran luego de ocurrir la alimentación son Apana, la energía que limpia.
El equilibrio entre Prana y Apana se da cuando la energía de ambos procesos crea una circulación fluida, cuando lo que alimenta está equilibrado con lo que se elimina y cuando la energía que entran consigue atravesar los canales energéticos principales sin interrupciones, circulando con libertad.
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